domingo, 26 de julio de 2009

La amante y la bailarina

Engordo la bitácora y tomo conciencia de ser dueño de palabras que hacen de mí, la hiedra que te enamore en primavera y te abandone en otoño; observo que hay escritos con dedicación para un amor anónimo que nunca se hizo cargo.
Un “tac, tac, tac” incesable pero pausado de mi birome me hace pensar, ella se convierte en la perfecta bailarina sobre la rayada pista de hielo, la traje hasta aquí para transformar ideas en palabras pero termino dejándola caer; me mira cómplice con una mirada en otro idioma que no es suyo ni nuestro, nos lo trajo el universo, la dejo reposar.
Me pregunto cuántas veces la cuchara golpeó la taza y el azúcar rayó el café mientras revuelvo entre sus gestos de amante negada con afán de encontrar el origen de su principio de interés y me topo con la borra de su historial recurrente.
Amanece un nuevo hoy, el café ya se enfrió, la bailarina despierta entre mis dedos para decirle a aquella amante que de no haberse aferrado a sus propias espinas, hoy, la rosa la acogería entre sus pétalos.

martes, 14 de julio de 2009

Donde te llevo?

Una pregunta al aire, una propuesta sin fin… La puerta abierta a un viaje casi sin destino, con tiempos inexactos ya escritos, o talvez no. Te ofreces a esperar jugando a incentivarme, a seducirme detrás de la sonrisa que no veo, que me lleva al abrazo que nos damos a pesar de la distancia.
Son semanas las que llevo con tu nombre en el sombrero que cada mañana apoyo sobre el pensamiento, rebobino mi línea de tiempo, tropiezo con ese octubre de hace tres abriles y abrazo una realidad pasada más que actual, coincidente con el futuro de esta tarde que intenta envejecer durante la noche.
La noche rechaza las arrugas dándole a las sábanas la forma que añoramos del abrazo discontinuo pero eterno, el que nos hace entender que hay personas que nos hacen sentir emociones irrepetibles, que nunca más tendrán lugar.
El lugar, me pregunto cual será el lugar físico donde seremos dos elipses coincidentes, y en que lugar de la línea de tiempo sincronizaremos la respiración, los latidos para dejar que el sudor conjunto de nuestras palmas nos dé la tranquilidad de que ambos estamos nerviosos, tan nerviosos como cuando estemos por tomar aquel vuelo que tuvo origen en tan solo una pregunta, “dónde te llevo?”.