De tener que describirme, diría que soy un director de arte con sutiles roturas de esquemas, sosteniendo un campari blanco con una aceituna observadora y un escarbadiente en función de brújula que no indica dirección sino un objetivo, una redactora culta y luminosa, con aires de simplicidad despojada, escritores que deslizan de su cabeza por firmes toboganes espiralados; que mira teniéndome en cuenta, me acerco y animo a brindar porque el valor de hacerlo, justifica los medios.