lunes, 24 de agosto de 2009

De tiempos, deseos y posibilidades...

Luego de una profunda y personal despedida, “Nos veremos en un futuro” fue la frase doliente que cerró un capitulo de esta reciente y añeja historia, proveniente de alguna vida pasada, no pisada, con raíces que se cruzan, dos tallos paralelos y las hojas de sus copas que, en común fotosíntesis, oxigenan una apuesta a un porvenir tan presente que el mismo reloj cree permanecer inmóvil.
Inmóviles mariposas encuentro en la boca de mi estómago, lo suficientemente quietas para ayudarme a pensar pero siempre listas para ayudarnos a volar. Me acompañan al caminar hacia la cima de una montaña donde me detengo a charlar con Dios; me siento, lloro lo suficiente para hidratar mis labios, inhalo oxigeno puro y desde el origen de mi alma, ellas me ayudan a gritar tu nombre que, sin hacer eco, como el graznido de los patos, es recibido por el universo, quien ilumina de paciencia mi razón y deja abierto mi corazón.

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