sábado, 22 de agosto de 2009

Complicación situada

En mis manos huelo tu cuello, resbalo por tu perfume, me ataja tu corazón; nado en un mar de pasiones mientras tus labios me hablan de amor, las palabras de indecisión y los actos hablan de ti.
Una pausa nos abre los ojos, los pasos del minutero desbordado de segundos, hacen eco en la complicidad de los autos mudos de un estacionamiento, tan silenciosos como las dos almas que se encuentran en tu coche dando la bienvenida al amor. Luego de tres tardes, de verte a cuentagotas, te encuentro de madrugada.
Duermo. La alarma rabiosa se entrepone entre tú y los consejos desteñidos de un Freud cinematográfico. En colores te vivo, en blanco y negro te recuerdo, con palabras que laten de rojo, acunando tu tristeza, haciéndose cómplices de tu sonrisa. Sonrisa de libertad, que guiará tu camino como también el de aquella pequeña alma que te eligió hace poco más de un año entre millones de madres en el mundo; sonrisa de libertad que a su vez simplificará esta situación tan complicada.

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